Un ligero cosquilleo en el estómago evidencia nuestro despegue. Tras una mañana gris el sol va apareciendo a medida que surcamos las nubes. Campos de cultivo, ríos y carreteras adquieren un toque pictórico gracias a las sombras que se proyectan desde el cielo y, a lo lejos, únicamente se vislumbra azul. El azul del mar. Nunca lo había sobrevolado, nunca había podido contemplar el punto en el que cielo y agua se unen y se pierde la línea de horizonte, nunca había tenido la sensación de andar sobre el vacío, como si la tierra se hubiese acabado y nunca llegásemos a nuestro destino. Mirar hacia abajo, alguna nube manchando el perfecto día, algún barco navegando lentamente. Hacia la izquierda, Europa difuminada. A la derecha, pasajeros con destino Palermo.
viernes, 11 de octubre de 2013
viernes, 4 de octubre de 2013
jueves, 3 de octubre de 2013
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